Los perfiles de suelo de nuestras superficies deportivas presentan unas características especialmente diferentes al resto de suelos agrícolas. Por un lado siguen las especificaciones dadas por organismos como USGA, siendo de texturas arenosas con unas curvas granulométricas específicas, donde Las tasas de infiltración en general serán mayores conforme nos movamos hacia la derecha en esas curvas.
Tanto la acumulación y fijación de CO2, fieltro o thatch así como la respiración heterotrófica en nuestros céspedes deportivos está gobernada por las prácticas de mantenimiento y han sido estimadas en un rango que oscila entre 31 g C/m2 y año en superficies de céspedes sin mantenimiento, hasta 922 g C/m2 y año para zonas con fertilización y aportes de restos de siega (fuente: Milesi et al., 2005). Estas superficies deportivas producen más CO2 que suelos agrícolas y ecosistemas naturales debido a que contienen mayor cantidad de materia orgánica en el suelo (fuente: Kaye et al., 1997). Hoy en día existen numerosas nuevas tecnologías para la eliminación de la materia orgánica.
Existen registros de valores de CO2, muy altos en los perfiles de suelos de campos de golf o fútbol. Valores que llegan hasta el 3 y 4%, mucho mayores que el 0.03% atmosférico y son consecuencia de los mantenimientos intensos y las altas tasas de crecimiento que se dan en estas superficies deportivas (fuente: Lee et al., 1997).
Obear y Soldat (2015) estudiaron la distribución vertical del Carbono Inorgánico Disuelto Total en 28 greens USGA. Querían comprobar si se producían acumulaciones de carbonato cálcico, tal como suele ocurir en suelos agrícolas, como consecuencia del riego con aguas mas o menos duras y de altos contenidos en bicarbonatos y carbonato (resultantes de la disolución del CO2 edáfico). El estudio presentó valores diferentes a aquellos que se producen en la agricultura.
Resultó que cuando el pH del suelo estaba por debajo de 7,8 el suelo presentaba muy poca cantidad de carbono inorgánico Mientras con valores de pH por encima de 7,8 las cantidades de carbono inorgánico eran variables. Además, en la mayoría de las muestras el pH aumentaba con la profundidad, siendo los valores más altos en el perfil inferior. Aquellos suelos con pH ácido no presentaban trazas de carbono inorgánico, aunque a partir de valores alcalinos, en concreto a partir de pH por encima de 7,8 (determinado por análisis estadístico sobre las muestras estudiadas) la probabilidad aumentaba, si bien aún también existían casos sin presencia de carbonato.
Asunciones corrientes como la acumulación de costras de carbonatos cálcicos y magnésicos en perfiles USGA y los problemas físicos de infiltración asociados debidos al riego con aguas muy alcalinas, no han sido probadas como ciertas en greens USGA, y están siendo puestas en duda, por ser estos perfiles de suelo muy diferentes a los agrícolas
(fuente: Carrow et al., Ellis, 2009; Fidanza, 2006; Harivandi, 1999; Simmons, 2010)
La alta densidad de follaje y otras características inherentes a estas construcciones deportivas hacen que estos efectos comunes en la agricultura no lo sean en greens USGA (Obear et al ., 2015). Los efectos de los diferentes fertilizantes usados en superficies deportivas sobre las características químicas del agua de poro son muy intensos, aumentando o disminuyendo el valor del pH del suelo en función de la naturaleza ácida o básica de cada fertilizante. Esto es función de la poca capacidad tampón de estos perfiles de suelo (Obear et al., 2015).
Debido a las características particulares de los suelos de nuestras superficies deportivas, para una gestión adecuada y sostenible, incluyendo el riego y la fertilización, es conveniente estudiar cuáles son los proceso más relevantes en cada lugar y construir un modelo que nos permita asesora dicha gestión. Pide asesoramiento a info@tiloom.com para conocer mejor como gestionar tus superficies deportivas.