Los efectos del césped en el medio ambiente son evidentes para cualquiera que tenga la suerte de disfrutar de una pradera en su comunidad, en su trabajo o en las zonas públicas que frecuenta.
En 10 centímetros cuadrados hay unas 9 plantas y en un metro cuadrado unas 9.230 plantas.
El césped como bien sabemos, está compuesto de plantas muy cercanas, entrelazadas entre si por una compleja red de raíces. Esta red se hojas, tallos y raíces son capaces de atrapar partículas como polvo, humo. Además durante el crecimiento el césped absorbe dióxido de azufre, nitrato de peroxiacetilo (el causante del SMOG) y floruro de hidrógeno.
El césped es un filtro físico y químico de la atmósfera.
Hoy en día el calentamiento global es un fenómeno que preocupa a toda la población. Los gases de efecto invernadero como el CO2, o el metano se acumulan en la atmósfera, haciendo de pantalla y evitando que el calor salga de la atmósfera. Las praderas de hierba son grandes consumidoras de dióxido de carbono.Y no olvidemos que no solo hay praderas en los jardines de las ciudades y los campos deportivos. Muchas carreteras por ejemplo tienen sembrados los desmontes para evitar que se erosionen con las trombas de agua.
De hecho tener los suelos con cubiertas vegetales es una forma excelente de mantener zonas de suelo evitando que se degraden. Esto se produce por que la red que genera el césped en el suelo tiene la resistencia suficiente como para disminuir la velocidad del agua de escorrentía. Lo que permite que alcantarillas, zanjas y vías fluviales no colapsen por los sedimentos ahorrando costes de mantenimiento derivados de la limpieza de sedimentos.
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